Nació en 1750 en Caracas, Venezuela. Fue precursor del movimiento de emancipación de Hispanoamérica. Era hijo de un comerciante canario adinerado en Venezuela. Francisco de Miranda estudió en la Universidad de Caracas y se alistó en el ejército español en 1771. Combatió en el norte de África, en las Antillas y en la intervención contra Gran Bretaña durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos; en 1781, su participación en la colonia británica de Pensacola (Florida) le valió el ascenso a teniente coronel. En Cuba, diversas intrigas y acusaciones calumniosas lo determinaron a abandonar la isla en 1783.
Ese mismo año, finalizada la guerra con la Metrópoli, se había acabado la independencia de los Estados Unidos. Era un seguidor de los enciclopedistas y los filósofos ilustrados, Miranda vio en la emancipación estadounidense el ejemplo a seguir para la América hispana, y animado por este ideal se lanzó en lo que le quedaba de vida, a luchar contra la dominación colonial española. Recorrió Europa y Estados Unidos defendiendo la causa de la independencia hispanoamericana, a imagen de lo que habían hecho las antiguas colonias británicas del continente.
Ese mismo año, finalizada la guerra con la Metrópoli, se había acabado la independencia de los Estados Unidos. Era un seguidor de los enciclopedistas y los filósofos ilustrados, Miranda vio en la emancipación estadounidense el ejemplo a seguir para la América hispana, y animado por este ideal se lanzó en lo que le quedaba de vida, a luchar contra la dominación colonial española. Recorrió Europa y Estados Unidos defendiendo la causa de la independencia hispanoamericana, a imagen de lo que habían hecho las antiguas colonias británicas del continente.
Durante su
estancia en Francia, apoyó la Revolución Francesa, que le nombró mariscal
de campo, y prestó sus servicios para la conquista francesa de los Países Bajos
(1792-1793). Por su actuación en la victoriosa batalla de Valmy (20 de
septiembre de 1792) fue ascendido a general, y al mando del Ejército del Norte
tomó las ciudades de Amberes y Roermond; pero su superior, el general francés
Dumouriez lo responsabilizó ante la Convención de las derrotas de Maestricht y
Nearwinden. Defendido por Chauveau-Lagarde, quien brindó uno de los testimonios
más hermosos acerca de su trayectoria, Miranda fue absuelto de todos los
cargos. Con la llegada al poder de los jacobinos y el inicio del Terror (1793),
fue víctima de las persecuciones del Comité de Salvación Pública contra los
girondinos y sus simpatizantes; encarcelado de nuevo, pero fue absuelto tras la
caída de Robespierre.
Presidió luego una junta de representantes de las
colonias españolas de América, que respaldó su campaña en busca de apoyos
internacionales. En 1806 regresó a Venezuela, habiendo conseguido promesas de
ayuda por parte de personajes significativos para la época como Thomas
Jefferson.
La invasión de España por las tropas de Napoleón
Bonaparte en 1808 creó en las colonias americanas una situación de desconcierto
y vacío de poder, que los independentistas aprovecharon para lanzar su
levantamiento con más garantías de éxito: Miranda fundó el periódico “El
Colombiano”, desde el cual coordinó los movimientos
independentistas que estallaron simultáneamente y con características
semejantes en toda Hispanoamérica en 1810; en aquel año regresó a Venezuela, a
instancias de Simón Bolívar y de la junta revolucionaria formada en
Caracas.
Se realizó
un Congreso proclamando la independencia de Venezuela al año siguiente,
adoptando una Constitución inspirada en la de los Estados Unidos. Pero Miranda
no fue tomado en cuenta para formar parte de las nuevas autoridades ejecutivas,
y se recurrió a él únicamente para hacer frente al ejército realista con el
objetivo de liquidar la insurrección, que se estaba preparando en Puerto Rico,
al mando de Domingo Monteverde.
Sin medios para organizar un ejército eficaz, Miranda
tomó la razonable decisión de rendirse tras la caída de Puerto Cabello, plaza
defendida por Bolívar, aunque contaba con el respaldo de patriotas de la talla
de Juan Germán Roscio, luego firma la capitulación (24 de julio de 1812)
que fue entendida como un acto de traición por parte de algunos jóvenes
oficiales como Carlos Soublette, Miguel Peña y el
mismo Bolívar. Desacreditado por sus errores políticos y militares, y
enfrentado tanto a los republicanos radicales como a los terratenientes
conservadores, fue arrestado por Bolívar y entregado a los realistas, que le
enviaron preso a España (San Fernando, Cádiz), donde murió en 1816 en la Carraca.
Miranda en la Carraca (1896), de Arturo Michelena |